Las esclavas ocultas por los plásticos de los <b>invernaderos</b>

“Beauty tiene 23 años y es cristiana-pentecostal. Fue al colegio, donde completó los estudios de secundaria. Tiene un hermano y tres hermanas. Ella es la única de toda su familia que está en Europa. No tiene dinero para enviar a su familia. Emigró por motivos económicos y dice que lo hizo ella sola3. Le hicieron la mutilación genital femenina cuando tenía tres o cuatro meses de edad. Dejó Nigeria en junio de 2005 y en diciembre de ese mismo año llegó a Marruecos: “Antes las mujeres tardaban más tiempo en llegar a Marruecos, ahora en una semana o en un mes han hecho
todo el recorrido”.

Conoció a su “marido” en Marruecos y tuvo con él un hijo que ahora tiene tres años y vive con ella. Cuando se habla de la maternidad y los abortos todas las mujeres de la sala conocen el Cytotec4 y se ríen cuando lo nombramos, aunque no quieren hablar de ese tema. Llegó a Tarifa en zodiac. Estuvo en un recurso de Cruz Roja en Algeciras pero ella no quería quedarse allí. Les dijo que tenía una amiga en Almería, le dieron el dinero para el billete de autobús y así fue como llegó a Almería con su hijo, donde vive desde entonces”.

Éste es sólo uno de los casos que recoge el informe “Los derechos de las mujeres migrantes. Almería: la historia que nadie cuenta”, realizado por la organización Women´s Link Worldwide (WLW), con la participación de nuestra colaboradora Helena Maleno quien, junto a otra investigadora se ha trasladado a Almería en varias ocasiones para investigar in situ la situación de estas mujeres. Y es que, pese a que Almería ya es conocida como uno de los polos con más presencia de población migrante, por la insaciable necesidad de mano de obra barata y vulnerable para los invernaderos -a los que un artículo de The Guardian calificó recientemente como “los cultivadores de las ensaladas son los esclavos de hoy en día”-, hasta ahora la situación de las miles de mujeres inmigrantes se ha mantenido invisibilizada para las instituciones y para la sociedad. Las razones que apunta este informe: hasta 1996 la administración no recogió datos de inmigración por sexo, y a la situación administrativa irregular de muchas de ellas, hay que añadir el carácter informal de algunos de los sectores en los que están presentes, como el servicio doméstico o la prostitución.

Según datos del padrón, en España hemos pasado del 2,3% de población extranjera en el año 2000 al 12% en 2009. En el caso específico de Almería, la población migrante masculina ha aumentado 14 veces y la femenina es 8 veces más que a principios de este siglo.Todas estas mujeres tienen en común haber sufrido abusos durante el viaje pero también en el lugar de destino. La mayoría de ellas proceden de Europa del Este, Latinoamérica y el África subsahariana, pero son éstas últimas las que han sufrido con especial virulencia abusos y violencia sexual durante el viaje por parte de sus compañeros de viaje, miembros de las fuerzas de seguridad marroquíes, argelinas o españolas, miembros de las redes de trata o delincuentes comunes.

De hecho, este informe nace de las cruentas cifras que revelaron uno anterior en este sentido,“Los derechos de las mujeres migrantes: una realidad invisible”, realizado por la misma organización WLW en 2006. Esta investigación suponía la primera vez que se documentaba y visibilizaba la vulneracion sistemática de los derechos humanos que sufren estas mujeres y que habían sido ignorados hasta el momento. Cifras que impactaron en aquel momento pero que era sobradamente conocidas por las personas que trabajaban o tenían contacto con las inmigrantes: el 63% de las mujeres entrevistadas en Marruecos había sufido violencia y el 17% reconocían haber sufrido al menos una violación; el 35% había abortado por lo menos una vez y el 51% había sido víctima de la mutilación genital femenina. Pero también detectaron un alto número de mujeres que habían sido esclavizadas por las redes de tratas de personas, en su lugar de origen o durante el viaje. Este nuevo documento profundiza en este asunto en la provincia de Almería porque fue uno de los lugares donde más presencia de trata se detectó.

El informe empieza preguntándose por qué es posible una situación de especial vulneración de los derechos de los inmigrantes en Almería, donde suelen vivir en antiguos cortijos abandonados, en condiciones indignas para el ser humano, sin acceso a luz ni agua corriente y apartados de los servicios públicos y los espacios de socialización. Una de las repuestas es que el rápido auge económico promovido por los invernaderos provocó que muchos almerienses emigraran de la serranía a la costa, comprara tierras y empleara a la familia, especialmente a las mujeres, durante extenuantes jornadas en condiciones infrahumanas. Y añade:

Esta forma de organizar el trabajo facilitó y normalizó la posterior explotación de la población migrante que llegó para trabajar en la
agricultura almeriense. En este contexto, los trabajadores migrantes han sido la base que ha posibilitado el rápido enriquecimiento de la población autóctona propietaria de las tierras, ya que su precaria situación y su incipiente dificultad para organizarse permitían rebajar constantemente el salario recibido por el jornal, constituyéndose en mano de obra barata y siendo frecuentemente víctimas de explotación laboral.

Este informe nace para arrojar luz en una de las situaciones más desconocidas aún en España, la de las víctimas de las tratas. De hecho, el documento relata cómo una de las “manifestaciones más llamativas del rapidísimo crecimiento económico almeriense es la proliferación de clubes y locales de alterne donde ejercen la prositución miles de mujeres de diversas nacionalidades y con diferentes situaciones administrativas”.  A estos clubes, a los asentamientos de chabolas y casas abandonadas cercanos a los invernaderos, a los pisos, y a las mismas carreteras donde estas mujeres ejercen la prostitución se han trasladado las investigadoras sociales. Primero, acompañando a los trabajadores de Médicos del Mundo que suelen realizarles pruebas de salud así como entrega de anticonceptivos. En posteriores visitas, ellas solas para realizar entrevistas personales a cinco mujeres que han sido o siguen siendo víctimas de trata.

Resulta llamativo que pese a que intentaron contactar con los Servicios Sociales y de Salud de la Diputación y del Ayuntamiento de Almería, no obtuvieran respuesta por su parte. Tampoco quisieron encontrarse con esta organización ningun de los representantes delTurno de Oficio de Extranjería del Ilustre Colegio de Abogados de Almería. El informe subraya que las ONG que trabajan con estas mujeres están supliendo las obligaciones de las instituciones públicas y a las que las migrantes no acuden por desconocimiento de sus derechos, por incompatibilidad de los horarios laborales, por estar alejadas de los núcleos urbanos o por, al ser víctimas de trata, no poder salir de los sitios donde son prostituidas. Esta ONG sí les están atendiendo porque se trasladan a los apartados lugares donde se encuentran. Sobrecoge cuando, leemos cómo la investigadora se percata de que en todos los clubes visitados, y así lo relata, las ventanas tienen rejas.

Hemos detectado que muchas de ellas se encuentran dentro de alguna red de trata que las explota sexualmente o lo han estado en el pasado. Esto supone que han salido de sus países de origen sin saber que iban a tener que dedicarse a ejercer la prostitución en España o, en caso de saberlo, desconocían las condiciones de explotación a las que se verían sometidas, incluyendo la violencia, coacción y amenazas a sus familias. Para otras mujeres, que tampoco tienen permiso de residencia y trabajo en España, supone en muchas ocasiones la única salida viable.

El informe analiza la situación de estas mujeres agrupándolas por la región de origen, puesto que es un valor determinante en las condiciones de su viaje y de su situación en España.

Mujeres de África subsahariana (principalmente de Nigeria, Ghana, Guinea Ecuatorial, Mali, Liberia, Senegal y Guinea Bissau): Sus condiciones de vida son, por lo general, muy precarias ya que comparten pequeñas estancias entre muchas personas, con deficientes condiciones higiénicas y escaso acceso a servicios de salud. Algunas de ellas han pasado un tiempo en Almería y después se han ido a otros países europeos o a otras ciudades de España. Este alto índice de movilidad indica, entre otras cosas, que muchas de estas mujeres llegan a España a través de redes de trata, que las captan en el propio país de origen y les “facilitan” el dinero para el viaje así como, en ocasiones, las vías de entrada o los documentos necesarios. Estas mujeres llegan con unas deudas muy altas que deben pagar prostituyéndose y que las atan a la red o grupo de personas que las explotan

Su principal necesidad es la regularización de su situación administrativa, así como, en el caso de las mujeres que parieron durante su proceso migratorio,  la validación de los certificados de nacimientos de sus hijos que, en muchos casos, se encuentran en un limbo jurídico.

Mujeres marroquíes: Si bien es cierto que ha habido un descenso en la llegada de mujeres marroquíes, que solían venir para el trabajo en el campo hace algunos años, también se ha detectado un aumento del número que ejercen la prostitución tras la crisis “por falta de alternativa laboral”. La situación de este colectivo, en cualquier caso es más estable que el de las subsaharianas, puesto que llevan más tiempo y por tanto mayoritariamente tienen su situación regularizada.

Su principal demanda es la integración, especialmente a través del aprendizaje del idioma español.

Mujeres de Europa del Este (Rusia, Ucrania, Lituania y, principalmente, Rumanía)Durante los primeros años de esta década fue espectacular y una “revolución social”, según lo define el informe, la llegada de mujeres rusas a Almería, hasta el punto que en 2004 eran 400 los matrimonios mixtos registrados. Pero a partir de entonces ha descendido el número de esta nacionalidad en favor de las rumanas. Muchas de ellas ejercen la prostitución y se tiene constancia una alta tasa de víctimas de trata, que operan desde su país de origen, y que, se sospecha, esclaviza también a bastantes menores.

Su principal demanda es recuperar a sus hijos que, en muchos casos, se encuentran bajo custodia de las Comunidades Autónomas.

Mujeres latinoamericanas (Colombia, Brasil, Ecuador y Bolivia mayoritariamente)Se ha registrado un importante descenso en el número de estas mujeres que ejercen la prostitución para trabajar en labores de servicio doméstico.

En periodismohumano publicaremos algunos de los perfiles de estas mujeres migrantes así como de los diversos lugares (clubes, pisos, carreteras…) en los que se está dando esta realidad desconocida. Éste es el caso de un asentamiento en Tierras de Almería.

Se trata de un campo de chabolas de plástico donde viven personas de origen marroquí. Hay familias enteras, con hijos e hijas de diferentes edades, así como mujeres y hombres solos. El asentamiento se encuentra dentro de una zona de invernaderos y abarca una extensión bastante grande. La mayoría de la gente que se encuentra aquí venía de la recogida de la fresa de Huelva y se trasladaron a Almería a intentar buscarse la vida en los invernaderos almerienses. No obstante, desde el año pasado, como consecuencia de la crisis económica, mucha gente oriunda de Almería ha tenido que volver al trabajo en los invernaderos, desplazando a la población migrante de ese mercado laboral y dejándoles en situación de extrema vulnerabilidad, puesto que se ven sin recursos económicos, sin trabajo y sin un lugar digno donde vivir.

De las doce mujeres, seis vinieron como parte del contingente de personas trabajadoras extranjeras7 para la recogida de la fresa en Huelva, cinco con visados para reagrupación familiar y la restante llegó en patera en el año 1992 siendo menor de edad. Seis mujeres tienen hijos en Marruecos.
Las mujeres que han llegado como contingente para trabajar en Huelva, que se denominan a si mismas “las chicas de la fresa”, deciden una vez en España no volver a su país de origen. En ese momento sus compañeros sentimentales las obligan a entrar en el mercado de la prostitución. Las mujeres adquieren una deuda con ellos, y con esa deuda pagan el mantenimiento y la protección que les puede ofrecer esa pareja. Algunas de ellas
afirman que necesitas un “novio” para sobrevivir en el asentamiento. Según nos cuentan, todas las “las chicas de la fresa” son trasladadas a distintos lugares de España cuando acaba la recogida, algunas con falsas promesas de trabajo, y terminan ejerciendo la prostitución.
Una de las mujeres entrevistadas denuncia haber recibido malos tratos y que el novio la ha echado de la chabola. Aun así indica que un “novio” es necesario para comer y trabajar.

Las condiciones de vida en el asentamiento son difíciles, ya que carece de agua potable, luz eléctrica, tiendas en las que conseguir productos de primera necesidad, de centro de salud, escuela y transporte público. La zona urbana más cercana está lejos como para ir andando.

Perfil de las mujeres
Se atiende a doce mujeres. Se las asiste de tres en tres porque no quieren pasar solas. Algunas llevan más de un año en España pero hablan muy poco castellano. Todas son mujeres musulmanas procedentes de Marruecos. Tienen mucha vergüenza de hablar de relaciones sexuales, conocen escasamente los métodos anticonceptivos y dicen que su uso lo decide el hombre y no ellas.